lunes, 7 de marzo de 2011

Las redes sociales han convertido al mundo en una gran caja de resonancia





Estos días estamos asistiendo a cambios políticos profundos en países cercanos del mediterráneo: Egipto, Túnez, Marruecos, Libia, etc. La ciudadanía de estos países movilizó y organizó su resistencia utilizando las nuevas herramientas digitales de comunicación. Gracias a los mismos medios y a la cobertura periodística internacional, el resto del mundo ha asistido en directo a las revoluciones, preguntándose en muchos casos si dichas revoluciones habrían sido posible sin las herramientas tecnológicas que se han utilizado.
La cuestión es que tanto los medios de comunicación como las personas están tejiendo una red interconectada, compleja y difícil de desactivar, al estar formada por millones de nodos, tantos como personas  conectadas y activas componen esa red. No todos los nodos tienen la misma capacidad o influencia, pero el tema es que ninguno es imprescindible para que la comunicación siga existiendo.
El resultado es que el mundo se ha convertido en una gran caja de resonancia.  Por ejemplo, desde la web de elpais.com se podían ver las emisiones de Al Yazira y leer tweets escritos en El Cairo o Alejandría, que a su vez remitían a vídeos en Youtube o a cuentas de Facebook, donde se recogían testimonios de apoyo desde muchos rincones del mundo. La sociedad en red se ha manifestado en toda su amplitud. Que el Gobierno chino decidiera eliminar el término Egipto en sus buscadores da idea de lo pequeño y conectado que se ha vuelto el mundo hoy. Las revoluciones  están siendo televisadas, twitteadas, narradas, posteadas, fotografiadas, mapeadas… en tiempo real.
Al final,  no se trata de si Twitter o Facebook han sido las claves de estas últimas revoluciones, sino de vislumbrar algo mucho más simple, que la verdadera gran arma se encuentra en el poder de la comunicación interconectada. Por poner un ejemplo, la invención de la imprenta fue una herramienta clave para la consolidación del pensamiento y sin duda, marcó un antes y un después. Pero el arma fue otra vez la palabra (no la imprenta) que, eso sí, una vez impresa, aceleró y dio una mayor dimensión a unos procesos que ya estaban presentes en las sociedades europeas del XV y el XVI.
Aún es pronto para poder analizar en profundidad lo ocurrido y el papel de poder desempeñado por los nuevos medios en las insurrecciones, pero en lo que coinciden las personas analistas es en que las redes sociales han sido decisivas en propiciar la comunicación entre la ciudadanía. Algo que nos hace más fuertes, colectiva e individualmente, ante las dictaduras, ante las injusticias y ante cualquier desastre.